Introducción a una Sociología de la Droga Problemas y Contradicciones del Control Penal de las Drogodependencias
Autor: Dr. Alesandro Baratta
1. El Status Quo de la política sobre la droga y la estructura comunicativa de las sociedades Industrializadas avanzadas. La política actual sobre la droga en nuestras sociedades, es decir, la política de criminalización de ciertas drogas, constituye un sistema “autorreferencial”, o sea, un sistema que se autorreproduce ideológica y materialmente. Por reproducción ideológica se entiende el proceso general a través del cual cada actor o grupo de actores integrados en el sistema encuentra confirmación de su propia imagen de la realidad en la actitud de los otros actores. Este mecanismo puede ser representado por un círculo cd.En eefector, osre traata de un proceso circular en el que cadactor depende de los otros de tal modo que es difícil o improbable una modificación de su imagen de la realidad y de sus actitudes.
Por reproducción material se entiende el proceso en base al cual la acción general del sistema, determinada por una imagen inicial de la realidad, modifica parcialmente la misma realidad haciéndola, en una fase posterior, más parecida a la imagen de partida. Es decir, se trata del proceso en virtud del cual el sistema produce una realidad conforme a la imagen de la cual surge y que la legitima. Podemos representar este pro-ceso por una espiral. Cuanto más se desarrolla la espiral, más se acerca la realidad a la imagen inicial dominante del sistema.
En el caso del sistema de la droga, dicha realidad está caracterizada por cuatro elementos:
a) la relación necesaria entre consumo de droga y dependencia (y la evolución necesaria desde la dependencia de las drogas blandas a las drogas duras);
b) la pertenencia de los toxicómanos a una subcultura que no comparte el sentido de la realidad propio de la mayoría de los “normales”;
c) el comportamiento asocial y delictivo de los drogodependientes, que los aisla de la vida productiva y los introduce en carreras criminales;
d) el estado de enfermed psicofísica de los drogodependientes y la irreversibilidad de la dependencia.
Sin embargo, los conocimientos científicos nos muestran que esta imagen no corresponde a la realidad: en relación a lo que ocurre cuando se consumen drogas ilegales, los elementos que la componen representan más bien la excepción que la regla.
En la actualidad, en una fase posterior a la “inicial”, la gran mayoría de los consumidores de drogas ilegales no es dependiente, no forma parte de una subcultura “desviada”, no es asocial ni criminal ni tampoco está enferma (hay muchísimas más enfermedades y muertes causadas por las drogas permitidas, como el alcohol y el tabaco); y por último, ‘ desde un punto de vista clínico y social, la drogodependencia se puede curar.
Sin embargo, hoy la distancia entre la realidad y su imagen tiende a disminuir. Actualmente hay más consumidores dependientes que durante la fase “inicial”; más drogodependientes marginados en subculturas que contravienen normas penales y están integrados en trayectorias criminales; la dependencia de drogas ilegales hoy resulta menos curable de lo que lo sería si no hubiera intervenido la justicia penal en esta zona problemática de la sociedad representada por la drogodependencia.
Para darnos cuenta de este proceso de autorreproducción ideológica y material del sistema podemos utilizar conceptos tomados de la sociología moderna, como el teorema de Thomas y la profecía que se autorrealiza. Según el teorema sociológico conocido por el nombre de sus autores. William y Dorothy Swaine Thomas 2, si se afirma una determinada imagen de la realidad, esta imagen produce efectos reales correspondientes. En realidad, en el sistema de la droga, la reacción social criminalizadora produce por si misma la realidad que la legitima. La representación de la droga que está a la base de la política en este sector y que ha sido utilizada por parte de los “empresarios morales” 3 en la construcción del problema social correspondiente es, en este sentido, una profecía que se autorrealiza”, según el mecanismo social descrito por Robert K. Mer-ton.
Utilizó una noción sociológica de sistema, entendido como estructura referencial de comportamientos y de significados. Los sistemas sociales pueden ser, en relación a su extensión, más o menos generales o más o menos específicos. Generalmente podemos considerar todo sistema a su vez, como subsistema específico de un sistema más general.
Por su parte, los sistemas de referencia construidos para estudiar un subsistema específico pueden ser más o menos adecuados. La búsqueda de sistemas de referencia cada vez más adecuados para examinar un sistema concreto puede denominarse “progresión metodológica”4. Se trata de un proceso de abstracción progresiva. El máximo nivel de abstracción se alcanza cuando se ha construido el sistema de referencia más adecuado para desarrollar el interés cognoscitivo que preside el estudio de un sistema determinado. Así, en nuestro caso, el subsistema “política de la droga” puede ser estudiado en relación a diversos sistemas de referencia: la comunidad local, el Estado o un sistema todavía más amplio. El sistema de referencia más adecuado para una compresión cabal del fenómeno parece ser la estructura política y económica supranacional de la sociedad tardocapitalista en que vivimos.
Los sistemas pueden clasificarse en función del grado de homogeneidad interna, es decir, de consenso entre los actores. Desde este punto de vista los sistemas se disponen, graduando el nivel de homogeneidad interna, entre dos polos: el “sistema abierto” y el “sistema cerrado”. En el primero caso predomina el disenso y la dinámica del cambio en la estructura de comportamientos y significados. Un ejemplo de sistema abierto es el actual sistema de relaciones entre administración de la justicia y ciudadanía en Italia y en otros países5 . Por el contrario, en el sistema cerrado una “mayoría” homogénea se extiende a todos los grupos de actores, casi siempre a excepción de uno que constituye una minoría disidente. Un sistema de este tipo es altamente homogéneo y refractario a las transformaciones y por lo tanto tiene la apariencia de ser más estable, al contrario de lo que sucede en un sistema abierto.
El sistema de la droga constituye un ejemplo significativo de sistema cerrado. Una de sus principales características es, en realidad, el hecho de que los actores se confirman recíprocamente en su actitud favorable a la actual política de la droga. A este condicionamiento positivo recíproco escapa únicamente un grupo de actores, el constituido por los drogodependientes. La presencia de este único grupo “desviado” (es decir, desviado en relación a la representación de la realidad aceptada por la mayoría) refuerza el sistema cerrado aumentando su capacidad de autorreproducción.
Paradójicamente, en las sociedades complejas sujetas a procesos de rápida transformación, los circuitos cerrados alcanzan la máxima reproductibilidad no cuando hay una total homogeneidad entre las actitudes de los actores, sino cuando hay homogeneidad entre todos a excepción de un grupo particular de actores. En estos casos es fácil que el grupo desviado asuma la función simbólica del chivo expiatorio. La hostilidad general dirigida hacia el chivo expiatorio mantiene vivo un alto grado de consenso, estabilizó la integración de la mayoría. Esto se verifica sobre todo cuando, como en el caso del circuito de la droga, estamos en presencia de un sistema de control social y la minoría desviada constituye el grupo en relación al cual se ejerce el control.
En los sistemas cerrados el papel de los medios de comunicación de masas es fundamental. Esto no significa, sin embargo, como a veces se nos presenta, que los medios de comunicación impongan a la “opinión pública” y a los otros actores del sistema una determinada imagen de la realidad o determinadas actitudes. Por el contrario, la relación entre los medios de comunicación y los otros actores es, más bien, una relación de condiciona-miento mutuo. La teoría de la relación unilateral de condicionamiento del público por parte de los medios de comunicación ha sido abundantemente criticada y superada desde hace tiempo por la sociología de la comunicación6 . Si este teoría fuese válida sería difícil comprender, entre otras cosas, por qué periódicos y medios de comunicación de orientación diferente producen una orientación convergente cuando se refieren a sistemas cerrados, como sucede exactamente en el caso de la política de la droga, en vez de reflejar los antagonismos y las diferencias que los dividen en la mayor parte de las otras cuestiones, como puede observarse cuando los mismos medios intervienen en el ámbito de un sistema abierto.
Si existe, como en nuestro caso, un consenso generalizado en el público hacia la actual política de la droga, los medios de comunicación reflejan este consenso independientemente de sus diferentes posiciones sobre otros temas. La convergencia, sobre el tema de la droga, por parte de periódicos que pertenecen a posiciones ideológicas diferentes ha sido claramente demostrada por los análisis de contenido, por ejemplo el efectuado sobre los diarios alemanes “Die Welt” y “Süddeutsche ZeiEn realidad los medios de comunicación dependen de las actitudes preexistentes en el público, en la situación llamada precomunicativa, no menos de lo que las actitudes del público y de los otrós actores dependen, a su vez, de los medios de comunicación. Por lo tanto, si las actitudes preexistentes son homogéneas, igualmente lo ser el flujo de información de los medios8. En los sistemas cerrados, como en el caso de la política de la droga, esta interdependencia y la correspondiente homogeneidad de los mensajes emitidos por los medios de comunicación es evidente, constituyendo un elemento determinante de su autorreproducción material e ideológica.
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