Los Profesionales del Derecho y Su Responsabilidad Social
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Cuando por decisión que me honra, se me pidió una colaboración para esta importante revista que está dedicada a recordar y justamente enaltecer la figura del Dr. Edmundo Durán Díaz, pensé que la temática a tratar debía estar ligada de alguna manera a lo que caracterizó la vida y la acción profesional del Dr. Durán Díaz, esto es, una definida proyección social, frontalidad de análisis y verticalidad en su ejercido.
En ese contexto, me retrotraje el pasado y me decidí a formular una referencia actualizada de temas que discutimos en décadas pasadas en esta Universidad, pero que ameritan ser recordados habida cuenta la ,grave crisis de valores por la que atraviesa nuestro país.
En primer lugar, hago referencia a un tema enunciado y discutido bajo el título de "POSIBILIDAD HISTÓRICO SOCIAL DEL USO ALTERNATIVO DEL DERECHO EN BENEFICIO DEL PUEBLO", para cuya enunciación se parte de los conceptos del Derecho y la justicia, la función del derecho en el Estado moderno, y, la necesidad para superar los problemas de las mayorías marginadas, de hacer un uso del Derecho Alternativo, en dos espacios: Una zona jurídica que beneficia al pueblo y que sin embargo no se la hace valer, ya por desconocimiento o ignorancia de sus derechos más elementales, por falta de medios o recursos y asesoramiento profesional o por individualisino y desorganización, debido al aislamiento que caracteriza a los excluidos que impide que hagan valer sus derechos en materia Laboral, Seguridad Social, Empresas Cooperativas, en el accionar obrero y la cogestión empresarial, vivienda popular y medios de subsistencia, entre otros aspectos.
Este camino alternativo hacia la consecución de la justicia, sigue siendo válido y lo deberíamos considerar un desafío para los profesionales frente a nuestra sociedad insolidaria y excluyente.
PROFESIÓN Y BIEN COMÚN
De otra parte, cuántas veces reflexionábamos sobre la relación entre Profesión y Bien Común? Establezcamos la relación entre Profesión y Bien Común, entendiendo éste, como la realización de un orden social, en el cual existen condiciones aptas para favorecer en los ciudadanos el desarrollo integral y armónico de una persona.
Toda sociedad por simple que sea y con mayor razón las más complejas modernas, presenta una multiplicidad de áreas interrelacionadas e inter actuantes, que deben ser asumidas por varias personas en razón de diversas especializaciones. A esta exigencia funcional de la diversificación de funciones en la vida social, corresponde una igualmente natural diversidad de vocaciones que dan origen a las distintas profesiones. Al poder público corresponde la tarea de armonizar, promover, supervisar y controlar dichas 'actividades, así como suplirlas temporalmente cuando fuere necesario.
Dentro de una recta concepción, el objetivo final no es el ÉXITO del grupo, sino la plenitud de realización de todas y cada una de las PERSONAS NATURALES. El Bien Común, que hace posible y promueve tal plenitud es indispensable; pero como no es posible darse sin el aporte organizado de todos, resulta también imponiendo aportes como obligaciones entre sus beneficiarios.
El profesional al ser y ejercer con tal, fortifica el camino de su propia realización como persona, satisface sus aspiraciones espirituales y encuentra respaldo económico suficiente esto en el plano individual de la profesión En el plano social, se debe dar al aporte sistemático a la realidad societaria sin el que los aspectos individuales se hacen muy precarios. Posturas individualista s que atiendan al puro beneficio propio, en el germen de su propia destrucción, sobre todo hoy que los modernos medios de comunicación no enseñan que todos los hombres tienen derechos inalienables a una vida auténticamente humana. La socialización sobre la que nos enseñaba Juan XXIII en Mater et Magistra, es un hecho incontrovertible, y el epitafio definitivo del egoísino erigido en sistema. (Profesión y Bien Común: Carlos Ramírez-Alzamora).
y es" que no podemos olvidar que en nuestra sociedad se mira la profesión desde dos puntos de vista diferentes: Capacitarse para ganar y capacitarse para servir mejor. Lógicamente el egoísino fusilo en la naturaleza humana impulsa a no tener en cuenta en la vida práctica sino el primer aspecto: ganar más, sin que el deseo de un mejor servicio tenga valor e influencia en el ejercicio de la profesión, quizás porque estos profesionales no han vivido en carne propia el problema de la sociedad actual y sólo buscan su seguridad y bienestar.
Por eso tiene una importancia considerable para el Bien Común la preparación fundamental, la formación de la personalidad, para que el ideal del mejor servicio a los semejantes, a la sociedad, actúe realmente en la conciencia del profesional. En los pueblos de Latinoamérica, la totalidad en vías de desarrollo, la verdad es que son los más, quienes claman aún por la implantación de un status de Bien Común, y éste no será posible, aún cuando se superan las poses individualista s, si todos no son capaces de aportar para hacerlo realidad.
LOS PROFESIONALES Y SU RESPONSABILIDAD EN EL MUNDO DE HOY
La eficacia de una vocación, profesión y orientación bien entendidas, ha puesto de manifiesto la riqueza inmensa de posibilidades, la variedad de valiosos medios e instrumentos con los cuales cuentan los profesionales, y, por otro lado, la urgencia de Bien Común que aflora en casi todos los países. Ahora nos vamos a referir a la responsabilidad ineludible que pesa sobre los profesionales en un mundo que como el de hoy está en crisis de evolución y cambio. La problemática reside, precisamente en la actitud básica que deben asumir los profesionales para contribuir con eficiencia al desarrollo social.
Es indiscutible que el campo en donde se desenvuelve nuestra experiencia actual, es un territorio en el cual se opera una transición, una transformación y esto significa mucho, comenzando porque no es un campo que nos permita "instalamos" sino transitar a un ritmo desconocido en otras épocas históricas. Y tenemos que hacerlo todos a un compás acelerado, pues jamás se ha presentado una cuestión de manera tan acucian te. Es una época dura, conflictiva y por lo misino vivida inevitablemente como ~ ya que conlleva un continuo "enjuicia miento" del pasado con todo lo que se denomina "sociedad tradicional". Pero 1\0 debemos caer en una "delectación" del pasado en un "tradicionalisino ideológico" que haga las veces de resistencia activa contra el desarrollo y para ello, atendamos especialmente no a las cosas hechas cuanto a las que no se han hecho, a las potencialidades y virtualidades que los profesionales como miembros de nuestra sociedad hemos desaprovechado en un continente en transformación y, por ende, saturado de pretativas actuales.
Se impone una tendencia favorable al cambio, puesto que la moral cristiana es una moral de respuestas concretas frente a problemas concretos, los cuales son siempre diferentes; una "inserción" con perspectiva cristiana en el mundo, en el cual el cristiano no es un "extranjero"; una percepc ión suficiente del prójimo- y sentido comunitario; y una percepción del valor de la eficacia, como una dimensión concreta del AMOR (Adecuación a una época de cambio: Carlos Alberto FIoria).
Los profesionales debemos dejar la inhibición, la política individualista y pragmática y recabar de la caridad, del amor, su sentido transformador y redentor. Sin embargo es difícil tratar con discreción, aún en el campo filosófico, el lenguaje del amor, de ese amor Que es lucha; la vida es lucha contra la inercia material y el suelto vital. La persona toma conciencia de sí misma y de sus obligaciones para con los demás no en un ~ sino en una lucha de fuerzas. La fuerza es uno de sus principales ingredientes. No la fuerza bruta del poder o de la agresividad, en el que el hombre renuncia así misino para imitar el choque material, sino la fuerza humana, a la vez interior y eficaz, espiritual y manifiesta.
La fuerza que origina la lucha es producto de la generosidad del ser; muchos son cobardes por avaricia y falta de imaginación. Una persona sólo alcanza su definitiva y plena madurez cuando he elegido fidelidades que valen más que la vida. Mounier decía (este análisis está sacado de la obra: El Personalisino de E, Mounier) que tras la máscara de una filosofía del amor o de la paz hemos introducido, en medio de las comodidades modernas y el misino dulzón que brindan al alma, un monstruoso desconocimiento de estas verdades elementales.
No hay sociedad, orden o derecho si no nace de una lucha de fuerzas, si no vive sostenido por una fuerza. El derecho es un ensayo precario de racionalizar la fuerza e inclinarla al campo del amor. Pero también él es un combate, Fingir lo contrario sólo sería hipocresía. La utopía de un estado de equilibrio y de reposo "reino de la abundancia", "reino del derecho", "reino de la libertad", "paz perpetua" es la aspiración de una tarea infinita y sin límite; no le permitamos debilitarse en un suelto pueril. Ahora bien, el verdadero problema radica en que, estando comprometidos, mientras exista la humanidad, en una lucha de fuerzas, te – nemos igualmente la vocación de luchar contra el imperio de la fuerza y la instauración de estados de fuerza.
La afirmación de la persona: Ser es amar, pero es también afirmarse.
El acto por el cual me afirmo al expresarme es el obrar y para obrar hay que ~ y en consecuencia dividir, cortar por lo sano y al misino tiempo adoptar, rehusar, rechazar. Es signo de que sobrevive una mentalidad infantil en¡ esas individualidades demasiado "desbordantes" que nada quieren ni a nadie quieren mortificar, que llaman compren a su incapacidad de seleccionar y amplitud a la confusión que resulta de ello. Edificar es sacrificar. Toda organización, toda técnic a, toda teoría que niega a la persona esta vocación fundamental de la ELECCIÓN RESPONSABLE, o que entorpece su ejercicio, es un veneno más peligroso que la! desaparición, aunque vaya acompañado de múltiples seducciones.
El profesional tiene que saber decir NO. Si bien los NO de la persona son casi siempre dialécticos y solidarios de una recuperación, siempre llega el momento de las negativas irreductibles, cuando el ser misino de la persona está en juego. En la persona hay una pasión que arde como un fuego divino y que se alza cuando surge la amenaza de la servidumbre. Esta pasión define al hombre libre; "Al hombre, dice Bernanos, capaz de imponerse a sí misino su disciplina, pero que no se la acepta ciegamente de nadie; al hombre para quien el supremo bienestar es hacer, en la medida de lo posible, lo que quiere, en el momento, en el momento que ha elegido,. aunque debe pagar con la soledad y la pobreza este tes timonio interior al que concede tanto precio; al hombre que se DR. o que se niega pero que NO SE PRESTA jamás". Esta especie es rara.
La masa de los hombres prefieren la servidumbre en la seguridad, -esto se ve en muchos de los profesionales- al de la independencia, la vida material y vegetativa a la aventura humana. Sin embargo, la resistencia a la opresión, la repulsa del envilecimiento, son privilegios inalienables de la persona, su último recurso cuando el mundo se alza contra su reino. Una sociedad, dice Mounier, cuyos gobiernos, prensa, grupos selectos, no difundan sino el escepticisino, la astucia, la sumisión, es una sociedad que sucumbe y que sólo moraliza para ocultar su podredumbre.
y este mundo desesperado tiene sus filósofos que hablan de absurdo y angustia y que lanzan el escarnio a los cuatro vientos, originando a la vez un quemeimportisino que los lleva a una posición estática totalmente absurda: "La desesperación suma, decía Kierkegaard, es no estar desesperado". Esta indiferencia ante la postración del mundo en crisis, es inadmisible entre los cristianos, ya que "El reino de la mediocridad satisfecha es sin suda la forma moderna de la nada, y quizás, como quería Bemarnos, de lo demoníaco".
El cambio no vale por sí misino, sino por los principios básicos que lo inspiran y conforman: Por la visión del mundo, y del hombre que se expresa en él. La actualidad, la problemática del momento, plantea constantemente a la conciencia su decisión moral. Los juicios que tengamos, nuestro programa de vida, no tendrán ningún valor si se RETIRAN ante los hechos que complican nuestras costumbres, las personas que critican nuestros defectos, o la deuda que pretenden dar una explicación total. Hay que afrontar estos problemas. Retirarse y claudicar, es ya reconocer nuestro fracaso, y si el mundo actual necesita del cristianisino, debemos demostrarlo meditando sobre el interrogante ¿CÓMO RESPONDO YO A LO QUE EL MOMENTO PRESENTE ME EXIGE? a la vez que "SOLO EN LA MEDIDA DE NUESTRA CONTESTACIÓN Y NUESTRO COMPROMISO, PODREMOS CALIBRAR HONESTAMENTE Y SIN PRETENSIONES DOGMÁ TIV AS, LA POSICIÓN DE NUESTROS SEMEJANTES" .