Notas del Derecho Penal Antropológico
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1. CRONOLOGÍA DEL HOMBRE
El hombre, en el estricto sentido etimológico de la palabra3, luego de siglos logró erguirse sobre sus piernas y pararse frente al mundo. Apa reció así el horno erectus, distinguiendo su figura de otros seres que habitaban el planeta y destacó su estampa signada por la inteligencia -incipientecaracterística de la posterior evoluc ión. El cambio ya se había producido: nuestro antecesor dirigió su mirada desde un punto más alto que sus ancestros y pudo ver más allá que sus antepasados. Sus ojos, corno los del depredador: agresivos, con su ubicación anatómica claramente identificada con el cazador, orientados hacia el frente, dejan do los costados para el mero control de su rabillo, miraron fijamente al horizonte distante y vieron más lejos que nunca. Era el mismo hombre, pero diferente, porque algo había cambiado.
Con el transcurso del tiempo, los años dejaron este hallazgo para el olvido y el hábito ganó a la sorpresa. El desarrollo de la continuidad de los quehaceres cotidianos, la necesidad de sistematizar la producción de forma de obtener el mayor resultado favorable con el esfuerzo justo, sin desperdiciar energía, haciendo rendir la jornada de labor, dio origen al horno jaber. Este era -y es – el hombre trabajador, dispuesto a aplicar su mayor fuerza para obtener un resultado beneficioso para sí y los suyos. Su objeto no sería tanto el trabajo cuanto el sacrificio ofrecido con generosidad, aún a costa de su cuerpo, por proteger y asegurar la vida de su grupo.
Este cambio paradigmático de cuerpo y mente hacia el mundo circundante, con los consabidos cambios antropológicos producidos por el entorno, fue dando lugar al horno sapiens. Él constató lo que acontecía en el exterior, aproximándose a dos grandes realidades: la cotidiana, relativa a la supervivencia; y la existencia misma del hombre como ser pensante, conocedor, centrado en la razón y dueño de una poderosa imaginación. Este sabedor y pensador observó al hombre desde el hombre. Pudo distinguirse a sí mismo y a los demás porque su centro se ubicó fuera de sí, dando lugar a un ser trascendente, pues su objeto se fue desplazando de la supervivencia hacia la esencia4.
El conocimiento aplicado al grupo fue dando la noción de solidaridad y la consecuente compasión frente a los límites de los otros. Bases de la aceptación de valores sociales por los cuales el hombre habría de cumplir una tarea mancomunada tendiente a dispensar el saber y la cultura al desarrollo de los demás integrantes de la aldea globals. El desenvolvimiento del intelecto permite comprender sin compartir y, aún así, aceptar otras conductas como socialmente válidas. Esta amplitud de ideas lo coloca en situación de horno pius, un individuo capaz de tolerar, de entender y perdonar.
Sin embargo, sigue siendo difícil aceptar que todo hombre pueda alcanzar ese grado de abstracción al punto de ver y verse desde otra dimensión -casi virtual- donde la percepción de los actos cobre relevancia constructiva y deseche sentimientos desvalorado s como la venganza, el odio, la envidia, el egoísmo y otros que hacen pequeños a sus cultores, ya que no es factible que de ellos pudiera brotar el perdón en eterno presente. Esta concepción interior se está gestando desde su esencia en el horno creator, capaz de sintetizar la razón, el espíritu, el impulso, el instinto y la propia antropología humana en la creación, la autocreación y la heterocreación como componentes fundamentales de toda persona. Quitando todo lo que sobraba, Miguel Ángel pudo descubrir la figura de David dentro de un bloque virgen de mármol.
2. EL PROGRESO SOCIAL
Es frecuente observar que el progreso es definido como un constante movimiento orbital o elíptico, siguiendo las antiguas concepciones helénicas sobre la evolución del hombre. Ello da lugar a la consue tudinaria visión de que todo en el mundo se repite: éxito y fracaso; guerra y paz; amor y odio; alegría y tristeza. A pesar de tal repetida estructuración del acontecer humano, el surgimiento de nuevos problemas sociales como la actual globalización económica muestran la capacidad de inventiva y progresión de la inteligencia aplicada a un punto, de manera de plantear un paradigma completamente nuevo. La existencia de un problema reciente y sin antecedentes indica que la complejidad del entramado sociocultural ha planteado un cambio estructural que pauta la encrucijada a resolver. A medida que se van abatiendo o mitigando conflictos sociales y que la cultura va desarrollando nuevas variables en la vida comunitaria, también aparecen nuevas preguntas que responder y caminos que transitar. Un ejemplo de esto fue lo ocurrido a partir de los tiempos de la Conquista de América. Los portugueses, holandeses, españoles, franceses y británicos se enfrentaron a culturas entonces desconocidas, de costumbres extrañas y creencias inadmisibles para la aparente rigidez de la estructura política europea de la época 9.
Sin embargo, a pesar del genocidio de esos pueblos, con los siglos se ha valorizado el acervo de las culturas indígenas y se ha reconocido el error cometido. La actual crisis económica de muchos de esos Estados muestra un nuevo problema a resolver: el destrozo cultural, que termina hoy costando tanto o más que la riqueza que les quitaron durante la Conquista. El tema es harto complejo y muestra las aristas de una problemática que supera las estructuras preestablecidas. Por esa razón, cabe afiliarse a la idea del progreso lineal o rectilíneo, ya postulado antiguamente por el cristianismo primitivo que reconoció la evolución como un andar sostenido, con variantes, pero constante en su avanzar hacia la trascendencia del hombre y superando paulatinamente cada uno de los obs táculos. Afirmando esta idea, el hombre va revisando -aún cuando fuere tarde- sus errores, y así mirar con otros ojos aquellos hechos que en otrora resultaron indiferentes:
Miren hermanos: llegó la primavera. La tierra se casó con el sol y pronto veremos los frutos de ese amor. Todas las sementes están despiertas y los animales también. Ese gran poder es igualmente la fuente de nuestra vida. Por eso es que nuestros compañeros – hombres y animales- tienen los mismos derechos que nosotros sobre la tierra.
Escuchen, hermanos: ahora debemos contar con otra raza. Eran pocos y débiles cuando nuestros antepasados los encontraron por primera vez; ahora son numerosos y fuertes. Es una cosa extraña, pero ellos quieren labrar la tierra. En ellos, la avidez es una enfermedad muy difundida. Hicieron muchas leyes, los ricos pueden escapar de ellas, pero los pobres no. Toman el dinero del pobre y del débil para ayudar al rico y al poderoso. Dicen que nuestra madre tierra pertenece solo a ellos y rechazan a los vecinos. Mutilan nuestra madre tierra con sus casas y su basura. Fuerzan la tierra a dar frutos fuera de estación, y si ella no lo acepta, le dan remedios. Este pueblo es como un río en la inundación, que en la primavera sale del lecho y destruye todo a su paso. No podemos vivir junto a ellos. Hace siete años nos habían prometido que la tierra de los búfalos siempre sería nuestra, ahora nos amenazan con quitárnosla. ¿Debemos ceder a ellos, hermanos, o decirles: tendrán que matamos antes que robamos nuestras tierras? TORO SENTADO
El hombre es un ser social que se configura a sí mismo (del hombre al hombre), pero se ha sostenido que se constituye de forma previa a la sociedad, lo que ha sido una larga discusión filosófica que desde el punto de vista penal se ha superado dialécticamente mediante el concepto de persona como hombre libre y social, y aunque su significancia le preexista, ella se acentúa mediante la vigencia de la norma.
El progreso puede observarse de diversas maneras. Quizás las más frecuentes sean la constatación de los beneficios de la técnica aplicada al bienestar, el acceso a las comunicaciones más eficientes y avanzadas, el desarrollo cualitativo de la ciencia médica y otras, pero esta visión del progreso no aborda la esencia del ser como ente dinámico, inimitable, único e irrepetible. En efecto, allí radica la ya mencionada autocreación, heterocreación y creación, ya que todos los avances científicos y técnicos sumados no se acercan a la dimensión del hombre pensante. El descubrimiento, el éxito y la inventiva son el resultado de la potencialidad creadora; por tanto, admitir que ella existe y se desarrolla cada vez más conlleva, inequívocamente, a reafirmar que el proceso evolutivo -aun que a veces difuso- no se detiene (como el eterno fluir de Heráclito) y es un valor esencialmente positivo. De no ser así, cabría la posibilidad del estancamiento o regresión cultural -manifestación de un proceso dinámico y vital- siendo que el acontecer humano no denota inmovilidad social. Basta tener presente la diversidad cultural histórica de los pueblos sometidos y su riqueza espiritual que, a pesar de todo, ha dejado un legado. En este entendido, los logros tecnológicos alcanzados son consecuencia de cada poder creador individual potenciado por el colectivo. Ese es el verdadero progreso del hombre, la permanente y trascendente facultad de imaginar, errar y construir más allá de la obra misma. El ser pensante, compasivo, capaz de perdonar y ser perdonado, no puede volver sobre sus pasos, pues su andar es un nuevo camino a crear que lo ha de llevar a otros paradigmas que también superará. Por eso, como indicó RADBRUCH:
El patrón de lo moralmente bueno se expresa en un hombre ideal, el patrón de la justicia en una ordenación ideal de la sociedad.
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