La Democracia y Los Derechos Humanos en el Ecuador
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La crisis jurídico-política por la que atravesó el Ecuador y que tuvo como epicentro la Corte Suprema de Justicia, ha develado a fondo la vera effigies o imagen verdadera de la Justicia, una realidad tan conocida por todos y que repetirla no deja de ser una simple perogrullada: La Admi-nistración de Justicia está politizada. Es que nuestro sistema democrático se ha visto atado y amordazado por determinados grupúsculos que durante muchos años han venido socavando no sólo las bases mismas del Estado de Derecho sino también los sueños, las aspiraciones, el progreso y bienestar de un pueblo que asemejando a la diáspora judía visibiliza su inexorable destino en el éxodo cotidiano hacia otras latitudes.
La causalidad de la diáspora nacional la encontramos en el egoísmo y la codicia de una partidocracia entronizada en el poder desde los albores de la República y que lo detenta de manera solapada, siendo coadyuvada en sus protervos fines por algunos fantoches de turno que fungiendo de gobernantes abrieron la caja de Pandora dejando escapar todo un retablo de sufrimientos y calamidades para la patria.
Es inconcebible que la Legislatura, en su condición de depositaria de la voluntad popular y máximo custodio del Ordenamiento Jurídico vi-gente, se haya insubordinado contra el imperio de la Juridicidad, ultrajando la Constitución Política y avasallando a la Función Judicial, y lo que es más grave aún, celebrado con la mayor desfachatez y pomposidad el profanamiento de una sacrosanta garantía ciudadana: la independencia de los jueces.
Es preocupante la actitud de algunos legisladores y gobernantes, que hasta hoy, a pesar de la abundante literatura jurídica nacional e internacional, no comprenden que la efectiva vigencia de las garantías constitucionales se afinca en la emancipación de la Función Judicial.
La liberalización de la Justicia de la férula partidista está sacralizada no sólo en los cánones constitucionales sino reafirmada en la Preceptiva Supranacional sobre Derechos Humanos. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos en su informe No. 1/95, caso 11.006 señaló: “ La efectiva independencia del Poder Judicial es un requisito imprescindible para la vigencia práctica de los derechos humanos en general”.
El Séptimo Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del delito y tratamiento del delincuente, celebrado en Milán en 1985 adoptó una serie de Principios Básicos relativos a la Independencia de la Judi-catura. Mencionemos algunos de ellos:
1. La independencia de la judicatura será garantizada por el Estado y proclamada por la Constitución o la legislación del país. Todas las instituciones gubernamentales y de otra índole respetarán y acatarán la independencia de la judicatura.
2. Los jueces resolverán los asuntos con imparcialidad, basándose en los hechos y en consonancia con el derecho, sin restricción alguna y sin influencias, alicientes, presiones, amenazas o intromisiones indebidas, sean directas o indirectas, de cualquier sector o por cualquier motivo.
Tirios y Troyanos.-
Es que la trama de esta parodia de ópera bufa se resume en la agonía de un sistema de partidos debido a la secular confrontación de grupos antagónicos por alcanzar el poder, y que al principio se evidenció en una bipolaridad política a través de dos partidos tradicionales, los liberales y conservadores, quienes a través de su odio visceral rememoraron las antiguas luchas entre tirios y troyanos, y que ya en las últimas décadas se patentizó a través de un conflicto multipolar, gracias a la prodigalidad de agrupaciones políticas de distintas orientaciones y tendencias que lejos de perfeccionar el Sistema Democrático lo han resquebrajado, acentuando los problemas políticos y socioeconómicos del país.
El gobierno de los mediocres.-
Ya en la antigua Hélade, Platón pontificaba que la democracia es el más hermoso de los sistemas de gobierno. Las palabras sapientes del filósofo griego nos lleva a precisar que en el Ecuador los politiqueros han confundido la palabra democracia con mediocracia o gobierno en el que ejercen el poder los mediocres, legado semántico del ensayista argentino, José Ingenieros, y que la Real Academia Española debe incorporar a la brevedad posible en su prestigioso Diccionario.
El meritísimo escritor argentino apuntó en su obra titulada“El Hombre Mediocre” lo siguiente: “ Prácticamente la democracia ha sido una ficción, hasta ahora. Es una mentira de algunos que pretenden representar a todos…
Hasta ahora no ha existido una democracia efectiva. Los regímenes que adoptaron tal nombre fueron ficciones. Las pretendidas democracias de todos los tiempos han sido confabulaciones de profesionales para aprovecharse de las masas y excluir a los hombres eminentes. Han sido siempre mediocracias ”.
Es que la mediocracia ecuatoriana permite a cualquier mimo, payaso o chimbador, llegar fácilmente al poder merced a la apoyatura popular, pues son las masas engañadas por el politiqueo quienes ofertan su voto a cambio de una camiseta y un plato de lentejas. Esto ha originado un estado crónico de orfandad en que se encuentra el Ecuador debido a la escasez de repúblicos y estadistas, legisladores auténticos y jueces imparciales, poniendo en peligro la pervivencia misma de la patria.
Una vez que la democracia ha sido arrastrada por una marejada de ilegalidades y el prestigio de las tres funciones del Estado ha sido erosionado, estamos en la antesala de la Anomia, verdadera patología social, cuya sintomatología se evidencia ya en el descreimiento de un pueblo hacia sus Instituciones Políticas, en el irrespeto y desdén a la normativa moral y en el no acato a los preceptos jurídicos vigentes.
A falta de banderas y de programas, las simpatías personales o las conveniencias individuales han servido de guía y norma para el desaguadero de las pasiones públicas y de aquí que el caudillaje y el oportunismo dominarán en los partidos más que los ideales y el deseo de bienestar nacional. El criterio popular más, que por la razón, ha sido guiado por su instinto, para dar la preferencia a éste o al otro caudillo y la ignorancia y la falta de educación política han hecho que el pueblo elija casi siempre mal, dando la preferencia al que más halagaba sus pasiones. En este punto los partidos, o mejor dicho los políticos, que formaban agrupaciones o se apandillaban para obtener el poder, han tenido buen cuidado de no hablar al pueblo más que un lenguaje huero y vacío, lleno de metáforas y eufemismos, pero sin formular jamás un programa doctrinario ni ideas concretas respecto a los asuntos generales y a los intereses del país.
No comulgo con aquellas personas que anidan sus esperanzas en la llegada de algún gobierno autócrata, totalitario, para descobijar al país del manto de la corrupción y la impunidad, pues basta evocar el holocausto latinoamericano producido por algunas dictaduras militares en décadas pasadas.
Considero que los panegiristas de las tiranías no deberían ser tan desmemoriados o es que ya olvidaron a las víctimas que fueron inmo-ladas en el Estadio Nßacional de Santiago de Chile ( Auschwitz chiquito) y el dolor de las madres de la Plaza de Mayo, en Argentina.
La “solución final” aplicada en los países citados a la “cuestión comunista y oposicionista” me lleva a reflexionar en que si tuviera que elegir entre los dos males, prefiero vivir en una democracia con todas sus taras a que mis derechos fundamentales sean apisonados por las botas y las bayonetas. El primero tiene cura. El segundo ocasiona daños irreparables y sus huellas son indelebles.
Los Tartufos de la política.-
La opinión pública siempre ha censurado la actitud veleidosa de ciertos individuos que cambian cada año de partido político, mostrando una carencia de ideología y valores, privilegiando sus intereses particu-lares en desmedro del bienestar general. La única camisa que les interesa lucir a los tránsfugas es la del color del dinero, pues no tienen bandera pero sí mucho cinismo para criticar a sus contendores. Es asombroso el crecimiento exponencial de estos camaleones de la política, como asombrosa es la insensatez de quienes los acogen. La repulsa ciudadana y el ostracismo, son el remedio eficaz para erradicar a estos tartufos de nuestra democracia. No debemos confundir a estos proteos con ciudadanos muy respetables, políticos de cepa que en algún momento de su vida decidieron rectificar y encausar su vida política por nuevos derroteros.
¿Partidos Políticos o Sociedades Secretas?
Es incomprensible que algunos partidos políticos sean propiedad de algunas familias o de la camarilla del barrio, en donde la posibilidad de algún prosélito de integrar los cuadros políticos es nada menos que una entelequia, pues prevalece el linaje y el amiguismo en detrimento de la capacidad y el liderazgo al momento de seleccionar a los candidatos. En estas sociedades secretas modernas, a las que solo les hace falta las velas y el capirote, los idearios se transforman en papel desechable y las asambleas pasan a ser meros formulismos que legitiman lo pactado con mucho sigilo y con anterioridad en algún lugar arcano. La democracia debe empezar dentro de los partidos políticos, prevaliendo la transparencia y escogiendo con mucha prolijidad a sus representantes.
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