Paralaje y perspectivas. Visión Alterna
Autor: Econ. F. SWETT – C. J. EMMANUEL – R. ESPINOZA
CONTENIDO
Sobre la condición económica y los mandatos electorales
La Tormenta perfecta
Sentido de dirección y cambio de rumbo
El régimen monetario
Conclusión
PALABRAS CLAVES:
Paralaje, Indicadores convencionales, calidad de gasto público, dolarización de facto o de jure, presiones inflacionarias, anticíclica, contracíclica, escalas marginales de la renta, repatriación de capitales, TLC-ATPDEA-ALBA-CAN, estructura policíaca piramidal, buena convivencia, políticas proactivas, perspetiva correcta. Ley de Grsham, bimonetarismo.
Sobre la condición económica y los mandatos electorales
Ha concluido la sexta lid electoral y los votantes, fieles a sus preferencias evidenciadas en los últimos años, han resuelto que la mejor opción política radica en las propuestas del gobierno nacional.
No obstante en los resultados electorales, existe una realidad permanente, cual es, la de la situación económica del país, situación que más que la realidad política, afecta la vida diaria y el grado de bienestar de los ecuatorianos. En este tema la discusión rara vez ha trascendido los linderos de la retórica ideológica, y eso no debe continuar. Es por ello que, el propósito de este documento es el de contribuir con ideas a la discusión de algunos de los gravitantes temas de la economía que, no obstante pertenecer a la esfera de lo macroeconómico, tienen implicaciones directas para el futuro inmediato del país.
Se habla de paralaje, término prestado de la Física, no para denotar la diferencia entre las posiciones aparentes percibidas de los objetos (las mismas que se originan por el punto desde donde los astros, por ejemplo, son observados) sino para marcar las diferencias entre lo que se considera es la visión objetiva de las cosas, y la visión que es influenciada por el lente ideológico a través del cual se percibe la realidad.
No obstante, que la economía es una ciencia social, su lógica rigurosa la ubica en el ámbito de las disciplinas de las matemáticas .Así como, la ley de la gravedad produce la atracción entre las masas y en la Tierra la caída de los objetos (“contra el suelo”), de la misma forma, los aciertos y los errores de la economía se acumulan en cuentas acreedoras y deudoras que producen , en el tiempo, el desarrollo o el estancamiento de los países, y el mayor o menor grado relativo de bienestar de sus habitantes.
Al igual que los indicadores convencionales de la salud, los índices económicos demuestran el estado de salud del que goza el organismo económico. Una simple y objetiva lectura de la información más reveladora en cuanto a las cuentas externas y fiscales; al crecimiento, al empleo; y a una serie de indicadores adicionales tales como el progreso educativo, el desarrollo humano, la productividad, la distribución de los ingresos, y la diversificación de la producción pone de relieve los riesgos de que Ecuador caiga en un estado de profunda recesión económica.
Salvo por cambios de forma, luego de casi ciento noventa años de vida republicana, los problemas gravitantes del Ecuador están presentes con la misma intensidad. El estado ecuatoriano es opresivo pero débil; la economía es seriamente dependiente por su poca diversificación productiva e insuficiente capacidad para generar ahorro; la organización espacial y funcional del estado es inadecuada; la calidad del gasto público es ¡insatisfactoria; y la polarización política dentro de un sistema que aborrece la institucionalidad y el debate de ideas pone actualmente a prueba uno de los elementos del pacto social ecuatoriano que ha logrado sobrevivir hasta ahora: la paz social.
La tormenta perfecta
Entre tanto la economía ecuatoriana se debate en otra de sus periódicas crisis sistemáticas luego de que en los dos últimos años la situación económica y política se presento con rasgos de excepción. Era evidente que se había inaugurado una nueva época, empujada por un consenso casi unánime de lograr un cambio; que anhelaba la demolición de las estructuras políticas que habían llegado al punto del desgaste total. Las condiciones externas fueron favorables: el precio del petróleo alcanzó sus más altos niveles; las arcas estatales se fortalecieron en forma inédita y el problema de la deuda externa quedó atrás; igualmente, se alcanzó una masa crítica de apoyo político. Las condiciones para viabilizar un proyecto de desarrollo que sea sustentable en el tiempo estaban dadas. Pero esa oportunidad, sin embargo, ha sido hasta el momento desaprovechada. Hoy, los ingresos de la lotería petrolera están agotados. Los indicadores económicos son negativos: hay déficit en la balanza comercial y en la balanza de pagos; no hay dinero en la caja fiscal, y se juega con la peligrosa contingencia de regresar a una autarquía monetaria, o a un modelo de moneda regional que ni siquiera está formulado, abandonando la dolarización de facto o de jure, que ocasionará el consiguiente desbarajuste financiero, económico, social y político.
Todo esto se da en el medio de una de las más graves crisis en la historia económica mundial, cuando se espera que el PIB global decrezca en más del 2%, sin posibilidades de que se recupere hasta mediados del próximo año, avizorándose una caída substancial del comercio internacional del cual Ecuador depende para sus ingresos.
Ecuador, entre tanto, se convirtió en un serio cuestionador de la comunidad financiera internacional; se denunció la deuda externa calificándola de ilegal e ilegítima escogiendo al más extraño contrincante: el anónimo tenedor de bonos. Se distanció el país de las instituciones financieras internacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el BID y otros entes que otorgan recursos con menos condicionalidades, costos financieros y en mayores volúmenes que los ofrecidos por cualquier eventual aliado político.
Sentido de dirección y cambio de Rumbo
Quien ha vivido las experiencias de las crisis, y le ha tocado enfrentarlas, entiende que, así como cuando el corazón se detiene hay que darle un choque eléctrico para hacerlo anclar nuevamente, se requiere dar fuertes y certeros golpes de timón para sortear la crisis económica. Pretender que con impuestos, controles de precios, y restricciones a las importaciones se resuelve una situación económica provocada por una producción insuficiente, por la vulnerabilidad y la dependencia, y por una profunda desconfianza respecto del futuro del país, es equivalente a destruir el edificio para ser amo y señor de los escombros.
El problema financiero del país es producto del desequilibrio entre ingresos y gastos, entre oferta y demanda de la economía en su conjunto. Recuperar ese equilibrio significa para los agentes privados de mercado (lodos quienes no son estado) reducir el gasto (bajar el presupuesto y priorizar el consumo), o aumentar la productividad (producir más con los recursos que se tiene), o bien tomar de los ahorros, endeudarse (si se tiene acceso al crédito), o vender los bienes.
Es el propio mercado (aún cuando en forma despiadada y no necesariamente justa) el que realiza la corrección: pues al bajar la inversión, se estanca o reduce el nivel de empleos, se reducen los ingresos, y se consume menos. Esta corrección no requiere de restricciones administrativas que provocan la alienación de los socios comerciales y las consecuentes represalias, sino del desenlace de las fuerzas del mercado, las que deben ser morigeradas por las políticas públicas diseñadas para restaurar el estímulo, para dar las señales correctas, y llevar a cabo las correcciones requeridas para compensar las fuerzas recesivas: lo que en materia económica se conoce como políticas anticíclicas.
Para el estado, las opciones son sustancialmente las mismas que para el individuo, con las diferencias que se pasa a anotar.
El estado es un agente de mercado, pero a diferencia de todos los demás, la ciudadanía (que es el legítimo soberano) le ha delegado la capacidad de imponer tributos y de afectar la vigencia de sus propios derechos. Por su tamaño el estado es el mayor agente del mercado, lo que causa que sea crítico lo que éste haga o deje de hacer. Así, si el estado a través de sus decisiones provoca la baja en la inversión interna y externa, o, se produce un shock externo, como el actual no compensado por la política económica, se ocasiona la restricción del consumo y la baja de los beneficios empresariales.
La consecuencia inmediata, que se está viviendo, es la eliminación de los puestos de empleo formal y productivo (que entre desempleo abierto y subempleo suman un exceso de cincuenta por ciento de la fuerza laboral. El efecto pernicioso es la pérdida de bienestar que afecta más despiadadamente a los sectores más vulnerables de la sociedad: los más pobres.
Sí por el contrario se establecen políticas que alientan la inversión y el consumo, no sólo del presupuesto del estado, sino puntualmente de los agentes privados quienes tienen una relación capital/ trabajo más favorable 1, el efecto es positivo y la economía deviene en un ente saludable con el incremento en el ingreso de los hogares, y la restauración del bienestar social a través del más efectivo instrumento de redistribución: el empleo productivo.
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